Taller Demetrio Navaridas.

Me había propuesto no publicar ningún dibujo anterior a mis 19 mayos, pero creo que es de justicia hacer una pequeña excepción. Cuando, tras pasar de dirección y administración de empresas decidí por fin jugármela y hacer bellas artes quedaban tres meses para las pruebas de acceso y no sabía ni por donde se cogía el carboncillo, así que me apunté al taller de Demetrio Navaridas para prepararlas. Si no me equivoco iba tres horas al día de lunes a viernes. Hasta entonces sólo había hecho cómics chavaleros y había empezado a tocar un poquito la acuarela un año antes, ni bachillerato artístico ni leches. Deme ya me advirtió de lo que me esperaba cuando me apunté: trabajo y más trabajo.
Pero de verdad que sarna con más gusto no la podía haber. Deme tiene su buena fama bien merecida. Maestro y amigo, aparte de la enseñanza “técnica” (que en el fondo trabajábamos con carbón, conté y tizas sobre papel de pescadería las más de las veces) lo que hacía era imprimir carácter, pasión y amor por todas y cada una de las formas artísticas. Con Deme la plástica se convierte en un goce y una pasión.

El ambiente era genial con gente de todas las edades, y cada uno haciendo aquello que más le convenía o apetecía en el momento, si bien de vez en cuando había sesiones de apuntes para todos. Deme nos hablaba de su admiración tanto por Antonio López como por Tápies para ejemplificar su eclecticismo y aconsejarnos libertad y amplitud de miras.
Bueno, la verdad que podría seguir hablando un buen rato de Deme y sus historias, pero como decía Umbral: “he venido a hablar de mis dibujos”. Así que aquí va una muestra de cosas del taller de Deme, o al menos de las que aún les veo la gracia:

Copia de figura clásica. Carboncillo sobre papel. 50 x 35 cm.

Este es mi primer carboncillo, o al menos el primero con sombras. Es del segundo día en la academia, el día anterior hicimos apuntes de figura (aún conservo algunos). La verdad que le tenía respeto al carboncillo, sólo lo había probado una vez antes y no me salió nada. Deme me dijo que sin miedo, que a lo bruto y a guarrear si hacía falta, que no importaba de qué manera pero que saliese lo más parecido posible a lo que tenía delante. Y la verdad que no salió mal, no fue un de 0 a 100, pero sí de 0 a 65 o 70. Aún así el dibujo tiene alguna pedrada como el acabado cóncavo del muñón de la pierna izquierda o el sombreado asimétrico de los pechos.

Copia de figura clásica. Conté sobre papel. 50 x 35 cm.

Este es un apunte de 15 minutos (creo) en conté. Se pueden apreciar el montón de líneas de apoyo. Siempre he medido mucho en este tipo de dibujos, sobre todo en aquellos primeros tiempos.
                            
 Naturaleza muerta. Carboncillo, conté y tizas sobre papel. 35 x 50 cm.

Este apunte (de veinte minutos o media hora) no me quedó nada mal. Era uno de los bodegoncillos que a veces nos ponía para copiar desde distintos puntos de vista.
                                       
Retrato femenino. Carboncillo y óleo sobre papel. 50 x 35 cm.

Esto era una especie de versión pop, warholiana (o un intento al menos) de una foto de prensa. La anécdota es que las partes de óleo están pintadas ¡con los dedos! Al principió me costó una barbaridad cogerle el tranquillo al óleo. No sé por qué, si con la acuarela y el acrílico me aclaraba bien… Pues me pegué el primer cuatrimestre de la carrera pintando con los dedos cuando hacía óleo. Hasta el segundo cuatrimestre no le cogí el rollo al pincel en óleo, ya tiene narices la cosa.
Versión del Esclavo. Pastel y conté sobre papel. 100 x 70 cm.

Este último lo hice la semana santa del primer año de carrera. Es una versión libre de un esclavo de Miguel Ángel. El cuerpo no quedó mal y el mono es graciosete…pero vaya careto que le planté, jajaja. Las caras se me resistían más que los cuerpos en aquella época, sobre todo cuando eran de memoria.